Nuestros bisabuelos y la confederación

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Viejo afiche republicano

viernes, 13 de abril de 2007

Los profesores de Literatura y el asesinato masivo

No es que quiera asesinar a todos los profesores de Literatura. Simplemente estoy clamando por una limpieza social. No es asunto de asesinato, sino de higiene.
Los profesores de literatura son una sub especie dentro del mundo artístico. Son desagradables carroñeros que deben ser ajusticiados. Ahora mismo.
El artista crea una obra de arte, pongamos por caso, un libro. El libro es publicado. El libro es distribuido y comprado por un lector. El lector lo lee y lo interpreta de acuerdo con su criterio. Ya no hace falta más nada ni más nadie. El ciclo natural se ha cumplido. ¿Y en dónde entra en acción esta desagradable especie humanoide? En la crítica. Y esa crítica conduce a la creación de una elite de poseedores de un conocimiento inexistente, a la estupidización del arte, al juicio homogéneo, al pensamiento único e intolerante, a la soberbia, a la clasificación posmoderna en clases de escritores que son exhibidos con sus correspondientes etiquetas en las góndolas de las librerías, a la estúpida idea de que la interpretación de una persona (un crítico) es más calificada que la de un simple lector de ocasión. ¿No cabe acaso la pequeña posibilidad de que cuando un profesor de Literatura le enseña al alumno lo que el autor quiso significar en una poesía a través de metáforas, esté equivocado?. No. Porque así lo interpretó el docente, me dirán. Es cierto. Pero ningún docente de otra orientación se comporta como estos subnormales. De ningún modo. Volvamos al ejemplo del autor que publica un libro. Escribe una novela y luego de un largo tiempo cobra fama, a un punto tal que es estudiado en el liceo. Entonces el profesor de literatura se para frente a la clase y comienza a dictar altaneramente lo que ha interpretado del libro (generalmente lo que ha interpretado de la interpretación de críticos más reconocidos que han llegado a un acuerdo en términos generales) mientras los alumnos toman nota. Y el docente no deja su desparpajo por ahí, pues no solo cree conscientemente que está revelando la Verdad, sino que inconscientemente se siente poseedor de un don similar al del escritor. Es como si un profesor de física explicase la obra de Einstein como si la hubiese creado él. El docente de literatura es un usurpador, es un mediador cultural que solo conduce a la limitación de la mente del lector y a la interpretación única y válida de la obra de un artista que tal vez ni siquiera quería expresar lo que interpretan los críticos, o peor aún, quizá ni siquiera quería expresar algo. No los aguanto más, no lo puedo tolerar de ninguna forma.
Los profesores de literatura son la burocracia en el arte. Pero por lo menos fomentan la lectura,
me van a decir. Vayanse a la mierda, les voy a contestar. Eso lo hace cualquiera. Mirá que fácil que es: gente, lean. Está bueno. Yo les recomiendo a Mario Levrero, a Leo Maslíah y a Horacio Quiroga.
Si leer fuese una enfermedad, los profesores de literatura serían el balde donde los empleados de limpieza del hospital guardan las escobas y los trapos de piso.