Nuestros bisabuelos y la confederación

Nuestros bisabuelos y la confederación
Viejo afiche republicano

miércoles, 27 de diciembre de 2006

Ojalá se mueran

Ojalá se mueran. Si, ojalá se mueran, o mejor aún, que no se mueran de inmediato, que sufran. Esa es la mejor forma de aprender después de todo, en la práctica. Si, ya me convencí, que sufran y después se mueran.
Nada más constructivo que una entrada en terapia intensiva producto de una quemadura por manipular fuegos artificiales para aprender a dejarse de joder con los ruiditos y las bombitas. Porque la única alternativa que veo para que dejen de tirar bombas brasileras antes y despues de las veinticuatro horas del 24 y 31 de Diciembre es que, precisamente, no exista nadie con vida que desee tirar bombas, o que si exista alguien (víctima de algun accidente) como para advertir a los demás de que "no se tiran bombas".
Me llena de esperanza ver la imagen de un niño buscando su dedito meñique, o a su papá buscando su ojo arrancado por una cañita voladora. Me llena de esperanza siempre y cuando existan testigos del incidente como para que, por asociacionismo puro, entiendan lo molesto y peligroso que es tirar esos pequeñitos elementos explosivos enviados por satán para amargar la existencia de aquellos que no nos maravillamos con las luces de colores y las explosiones de pólvora envasada que los chinos inventaron hace como un milenio.
Pero claro, tampoco da como para salir a matar a los que tiran bombas. La solución simplemente es esperar hasta que las cosas se den solas. Y desearlo con muchas fuerzas hasta que se haga realidad...

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